Terrible testimonio de una mujer que a sus 16 años la prostituían en un Cabaré de Gral. Acha

General Acha: Una chica relata...
miércoles, 11 de octubre de 2017 · 12:00

en una causa judicial, su vida en el cabaret “El Amanecer” de General Acha. Un  hombre y una mujer fueron condenados. El juez Pablo Díaz Lacava apuntó al “fracaso del Estado” en su fallo.

Sabía que las otras chicas tenían relaciones. Me enteré de que estaba prohibido, sabía que estaba mal, que era menor. Pero no me quedaba otra opción”. La mujer, que tenía 16 años cuando llegó al cabaré, brindó su testimonio en agosto, en el juicio al dueño y a la encargada de “El Amanecer”, el local nocturno de la Ruta Nacional 152 a la altura del kilómetro 28.

Su declaración, junto a las de otras tres mujeres, víctimas, fue clave para que condenaran a cuatro años de prisión a Héctor Mario Molina y a una mujer dominicana, Julia Gil Solano. El delito cometido es acogimiento y recepción de mujeres mayores de 18 años, mediando abuso de una situación de vulnerabilidad con fines de explotación del comercio sexual, agravada por ser más de tres las víctimas.

Los hechos ocurrieron entre noviembre de 2010 y junio de 2012 en esa localidad del sur pampeano. La sentencia la firmó el pasado 23 de agosto el juez del TOF Pablo Ramiro Díaz Lacava.

Durante el debate intervinieron el fiscal Jorge Ernesto Bonvehí y el abogado defensor Gastón Gómez, que había pedido la absolución. Expresó que todas las mujeres concurrían por su propia voluntad para ejercer como alternadoras y que algunas ya contaban con libreta sanitaria. Dijo que su defendido no entendía que estaba prohibido y que las chicas solo “le tiraban algo” de dinero.

En el caso también estuvieron investigados la exintendenta María Elena García, el exsecretario de Gobierno Luis Javier Bassa y el juez de Faltas Sebastián Sancho. Sin embargo, la Justicia Federal los sobreseyó porque habilitaron el local como “cabaré”, un lugar donde se sirven copas y se baila, pero no se pudo probar que hayan sabido que allí funcionaba un prostíbulo.

Una menor en el cabaré

A.C.G., que actualmente ya cumplió la mayoría de edad, declaró en el juicio por videoconferencia. Contó que, al tener 16 años, dos chicas de San Juan que ejercían la prostitución le prestaron el dinero para que viajara junto a su hijo de tres meses hacia la localidad, a fin de ser prostituida. Si bien no recordó el nombre del local, sí lo hizo con los nombres de pila de los imputados, sobre quienes no tuvo más que palabras de agradecimiento.

Afirmó que por ese entonces no tenía qué darle a su bebé y que al haber escuchado en la casa de un conocido a las chicas lo que harían, les preguntó si podía ir y ellas le ofrecieron venir a La Pampa. Dijo también que la dejaron “abandonada” cuando los dueños le dijeron a una de ellas que no podía trabajar por no llevar documentación.

Relató que ella no trató con nadie, sino que solo la invitaron, ya que no contaba siquiera con el dinero del pasaje, que le prestaron el dinero y que luego Molina le volvió a prestar para cancelar su deuda con ellas. Ambos de alguna manera la ayudaron, afirmó, porque las otras chicas la dejaron “abandonada”. “Me prestaron para el pasaje y todo eso. Me invitaron a ir a una casa, donde había más chicas, me quedaba ahí en la casa y el lugar quedaba en otro lado”, contó.

No recordó cuántos días estuvo allí, pero sostuvo que no fue mucho tiempo. Había viajado con una partida de nacimiento falsa, que ella misma adulteró para poder viajar, para lo cual cambió el año de su nacimiento, ya que siendo menor no la dejarían viajar.

“De hecho, cuando llegué, Mario y Julia me pidieron que llevara los certificados de la Policía, de salud. Nadie sabía que yo era menor. Fui al hospital, me sacaron sangre, me hicieron ir al ginecólogo, un control, me dieron la libreta sanitaria”, prosiguió.

Relató que las chicas que la invitaron se “enojaron” con los encargados del local porque no las dejaron trabajar sin documentación y que por eso empezó el “problema”, ya que aquellas fueron quienes llamaron a la Policía porque sabían que era menor.

Declaró que nunca hizo pases, que sí tomaba alcohol y que por las copas que consumían los hombres, ella cobraba. Dijo que a la “güisquería” concurrían la Policía y bomberos y que pedían documentación de las chicas y revisaban “que tuvieran las cosas como tiene que ser, legalmente”.

Respondió que no sabía si las otras chicas tenían relaciones, que en algún momento se enteró de que “estaba prohibido”, sabía que “estaba mal”, que ella “era menor”, pero que no le “quedaba otra opción”. Que en ese entonces era común ver cabarés por todos lados, también en San Juan. Que sabía que se prostituían pero que no lo hacían dentro del local, que si alguien quería estar con una chica le pagaba y se iba.

Dijo que nunca fue obligada a nada por Molina y la mujer y que ellos la ayudaron con su hijo, que llegó sin nada y ellos la ayudaron en todo, incluso llevándole a la comisaría leche, pañales y yogur cuando se descubrió que era menor.

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