Huyó de su pueblo, conquistó a Cristiano Ronaldo en Madrid y deslumbra al mundo: Georgina Rodríguez, la argentina que torció su destino

Nació en Buenos Aires en 1994 y construyó una imperial carrera como modelo e influencer. En 2016 conoció a CR7 en la tienda de ropa donde trabajaba. Su particular historia y por qué no quiere hablar de su familia.
domingo, 5 de septiembre de 2021 · 14:04

Georgina Rodríguez tiene una historia fascinante de la que mucho podría contar de no ser por las preguntas que la incomodan y mucho. Por eso concede pocas o casi ninguna entrevista. “Prefiero no hablar de mi familia”, sentenció en una de esas. Hija de un particular exfutbolista y DT argentino, un día huyó de Jaca, el marchito pueblo español al que se mudaron sus padres. El destino fue Madrid, donde conoció a Cristiano Ronaldo en la tienda de ropa donde trabajaba y fue amor a primera vista. ¿A qué se dedicaba su padre? Le preguntaron en el reportaje. “No quiero que esta entrevista sea tan intensa”, contestó.

Georgina nació en Buenos Aires el 27 de enero de 1994. Su padre: Jorge Eduardo Rodríguez Gorjón. Su madre: Ana María Hernández. Una hermana: Ivana Rodríguez. Su novio: Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro. Una hija: Alana Martina dos Santos Aveiro.

“Mi padre es argentino y mi madre es de Murcia. Fueron a Buenos Aires con mi hermana Ivana para que ellas conocieran a la familia de mi padre. Decidieron quedarse un tiempo allí y nací yo”, contó Georgina al magazine XLSemanal en 2018.

La intención de Jorge era instalarse en la Argentina. Oriundo de Avellaneda, quiso triunfar como futbolista y jugó por varios años en las inferiores de Racing, aunque no pudo llegar a Primera. Acuciado por los aprietes económicos, el hombre se fue a España en 1984 con la esperanza de encontrar un mejor futuro. Se instaló en Elche, donde se casó con una mujer de nombre María Jesús y con quien tuvo una hija llamada Patricia Estela.

El matrimonio no funcionó y Rodríguez se mudó a Jaca, Huesca, donde formó pareja con Ana María Hernández, madre de Ivana (29, nacida en España) y Georgina (27, nacida en Buenos Aires). Un contacto del mundo del fútbol le permitió a Jorge convertirse en entrenador del Jacetano, un equipo de la Primera División Regional de Huesca, España.

“Mi padre intentó convencer a mi madre para vivir en Argentina, pero no lo consiguió y, cuando yo tenía un año, regresaron a Murcia. Después, nos trasladamos a vivir a Jaca”, explicó Georgina a los medios.

El progreso económico nunca llegó para los Rodríguez y la hija menor, de aspiraciones mayores, huyó del pueblo. “Me fui de Jaca a buscarme la vida. Por encima de todo yo quería salir de allí porque no quería vivir en un pueblito pequeño donde no hay mucho que hacer”. Es que Georgina tenía planes de grandes dimensiones.

El mejor recuerdo que tiene del lugar tiene tiene que ver con haber desandado una de sus pasiones. “A los cinco años empecé a hacer danza clásica. Jaca es un pueblo pequeño y, como mis compañeras de colegio iban a ballet, mi madre decidió apuntarnos a mi hermana y a mí”, reveló.

El camino de Georgina fue arduo. A los 17 comenzó a trabajar como camarera en su pueblo para juntar el dinero que le permitiera sacar los pasajes y sobrevivir los primeros tiempos que dedicaría a buscar un trabajo formal. A los 19 llegó a Madrid y allí estaba el punto de partida de su ascenso. “Empecé de dependienta en una tienda de ropa en San Sebastián de los Reyes, muy lejos de donde yo vivía, pero yo quería trabajar en el lujo y comprendí que para eso tenía que hablar inglés. Entonces decidí irme cuatro meses de au pair a Inglaterra. Viví en Bristol, contratada por una familia, y al volver a Madrid empecé a trabajar en Gucci. Tenía 22 años”.

Arquitecta de su figura escultural, dedica buena parte de su rutina diaria a los cuidados estéticos. Belleza, moda y cuidado físico eran sus temas favoritos en aquellos años en que se veía con un lugar en la moda desde el marketing, pero su belleza la catapultó a la primera plana de ese mundo, aunque eso llegaría después.

Por entonces Georgina ya estaba afianzada en la capital de España y con el trabajo que deseaba y que cuidaba con especial recelo porque un paso en falso podía derribar todo su esfuerzo: “Había fotógrafos que me paraban y me decían que querían hacerme fotos, aunque yo no podía pedir permiso en los trabajos para hacer castings; yo necesitaba trabajar para sobrevivir”, contó.

Georgina tenía ambiciones, pero no disponía del dinero necesario para sus sueños más grandes. “Me hubiera gustado ser directora de alguna boutique, montar una empresa con mi hermana… porque yo, de cara al público, vendía mucho, pero yo quería vender para mí, ganar para mí, no para otros: eso me hubiese encantado”, mencionó.

En la tiene de Gucci en Madrid trabajó cerca de dos años y allí, de manera fortuita, conoció a Cristiano Ronaldo. El futbolista, entonces jugador del Real, entró al lugar para participar de un evento de la prestigiosa marca, y Georgina se sintió absolutamente atraída por él, que también hizo foco en ella. “Me llamó la atención la altura, el cuerpo y la belleza. Estaba temblando frente a él, pero se encendió una chispa. Soy muy tímida y me agité frente a una persona que, con una sola mirada, me tocó profundamente”, supo contar a la revista Grazia.

Hasta entonces, la prensa no sabía del nuevo amor del delantero que todos los días estaba en la tapa de los diarios deportivos. “Días después nos volvimos a ver en el evento de otra marca y fue entonces cuando pudimos hablar en un ambiente relajado, fuera de mi ambiente de trabajo. Fue amor a primera vista para ambos”, aseguró la modelo.

Fue el 23 de noviembre de 2016 la fecha en que se publicó la primera foto de Georgina Rodríguez y Cristiano Ronaldo caminando por París. Lo hizo la revista ¡Hola! como nota de tapa, arrogándose la primicia de la nueva novia del luso, por entonces toda una estrella mundial de fútbol. La prensa rosa andaba sedienta tras los pasos del delantero porque los trascendidos señalaban que su corazón había sido reconquistado tras su ruptura con Irina Shayk, pero sorteaban los paparazzis como el futbolista a sus rivales.

La vida de la modelo nacida en Buenos Aires daría un giro rotundo. A Georgina, sin embargo, no le gusta ser identificada solamente como la novia de Cristiano Ronaldo. En modo alguno quiere que nadie vaya a creer que ella se propulsa gracias a él y lo dejó claro en una entrevista cuando un periodista le preguntó si todo había cambiado para ella desde que se fue a vivir con el luso, a lo que dijo sin vueltas: “Esto no lo voy a contestar porque en esta entrevista no procede”.

La relación se afianzó rápidamente y apenas un año y dos meses después de que blanquearon su noviazgo nació Alana Martina, la primera hija de la pareja. Fue el 12 de noviembre de 2017 en la Clínica Quirón de Pozuelo de Alarcón (Madrid) y solo un mes después, el 19 de diciembre, Georgina compartía en las redes sociales la primera imagen pública de la familia completa bajo una frase llena de sentimiento dedicada a Cristiano: “Crear contigo el amor y hacer contigo la vida”, decía.

Poco a poco, Georgina se perfeccionó como modelo e influencer y hoy es una de las personalidades más atrayentes del mundo del lifestyle y la moda. Ha sido tapa de revistas como Vogue, Vanity Fair y Women’s Health. Es, además, una habitual recurrente a eventos de prestigio como lo fue hace días atrás el 78o Festival Internacional de Cine de Venecia (Italia) y modelo de lencería, joyas y otros productos orientados al público más exigente.

En Venecia, la modelo argentina formó parte de la ceremonia de apertura y proyección de Madres Paralelas, película dirigida por Pedro Almodóvar, y deslumbró con su clase.

La argentina ha sabido participar de otros grandes eventos, como el Festival San Remo de la Canción en el que fue co presentadora y captó la atención del mundo cuando bailó una pieza de tango que, dijo, había practicado con CR7.

El mundo increíble de Georgina sufrió en febrero de 2019 un golpe emocional fuerte con la muerte de su padre, que dos años antes había sufrido un infarto cerebral. Las dos hijas del segundo matrimonio de Jorge Rodríguez viajaron por entonces a Buenos Aires para asistir al velorio de su padre, de quien ninguna quiere hablar.

Es que Jorge, el exfutbolista y entrenador, tuvo un oscuro momento de su vida que marcó para siempre la de sus hijas. Cuando ambas eran pequeñas, Jorge Eduardo fue condenado a seis años de cárcel por “un delito contra la salud pública”. Esto estaría vinculado al tráfico, consumo y venta de estupefacientes.

Estuvo preso durante cuatro años y pasó por distintas cárceles en España. Al salir, fue extraditado a Argentina, donde falleció. Si bien ellas guardan en secreto los detalles de la historia, Georgina nunca dejó de ocuparse de su familia, especialmente de su padre, pese a algunas versiones que llegaron a indicar que lo había borrado de su vida por completo.

Sobre esto llegó a decir: “Las acusaciones no son ciertas y, además, hacen daño a nuestra familia. Tenemos una relación magnífica, muy estrecha de amor infinito con nuestros padres”.

En el perfil de Instagram de Georgina Rodríguez no hay, sin embargo, fotos de ella con su familia, de la que parecería renegar. Sí, por el contrario, abundan aquellas en las que aparece junto a CR7, en la mayoría haciendo gala del amor que se profesan, e incluso con la familia del futbolista, pero no con los suyos, con quienes evidentemente hay heridas que no se pudieron cerrar.

El hilo de Georgina Rodríguez comenzó en Buenos Aires y hoy la encuentra en Manchester, Inglaterra, ahora que Cristiano Ronaldo regresó al club que lo lanzó a la conquista del mundo futbolístico. “Georgina es el amor de mi vida y mi sueño es casarme con ella”, dijo el luso hace poco tiempo atrás. La argentina que supo torcer su propio destino es la luz en el camino de quien junto a Lionel Messi marcó la mejor era del fútbol moderno.

F: TN 

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