Épico igual: River se impuso en Brasil pero no le alcanzo. El VAR fue uno de los protagonistas

Muy cerca del milagro. Ganaba 2-0 y el VAR acertó en las tres polémicas: el gol de Montiel, el penal a Suárez y el offside previo a un supuesto penal a Borré. El triunfo, con uno menos por la expulsión de Rojas, no alcanzó y Palmeiras espera a Santos o Boca en la final de la Copa.
miércoles, 13 de enero de 2021 · 10:01

Y hubo noche épica. Sí, noche épica. Así se cae. Así se juega. Así se deja la vida. Por los colores. Por los honores. Palmeiras, finalista de la Copa Conmebol Libertadores, hace tiempo. Mientras, River, este River, será un equipo para recordar por todos los tiempos. Hay que aplaudir. De pie. Hay que sacarse el sombrero, siempre, por este equipo, por este ciclo. Este equipo, este ciclo, que puede ganar, perder, empatar, pero nunca, nunca, te deja a pie. Nunca. Orgullo. Eso genera este River. Dolor y llanto, sí, por la eliminación, pero es llanto de emoción. Emociona ver a este equipo, ser testigo de este ciclo. Así pierde un grande, River; así gana un chico, Palmeiras.

Ahí está Armani, como ante Everton, como ante Benedetto. Ahí está, para los que dudaban. Ahí está Nacho, poniéndola bajo la zurda, pidiéndola siempre, en otro partido caliente. Ahí está Enzo, ganador, la madurez, el liderazgo, la templanza, mostrando la grandeza de este River. Ahí está Pinola: así es un capitán del ciclo Gallardo (Ponzio, Barovero, Maidana), pura personalidad. Ahí está Borré, yendo a todas, picante, gigante. Ahí está Montiel, la construcción del Muñeco. Lo que jugó, lo que metió, cómo se plantó, las ganas, un pibe de 24 años, la historia viva ya de un grande. Y ahí está Palmeiras, el cuco, el que no había perdido en esta Copa, el que venía goleando, el más efectivo, el “equipazo”, reducido a la nada. Tirándose, escondiendo las pelotas, felicitando a los jugadores de River.

Da bronca esta eliminación, por lo injusta, y porque River otra vez sabe que estaba ahí, al alcance de una mano, de una uña que ve el VAR. River queda afuera, básicamente, porque esto es fútbol. Y en el fútbol -por suerte, esto es lindo- no siempre gana el mejor. Porque en los 180 minutos de esta semi, contando también la ida, el equipo de Gallardo fue superior.

Está claro: River, durante toda esta etapa, encontró las formas para ganar, para ganar tanto, pero también supo encontrar las formas de perder.

Y a no confundirse. Hubo milagro. Porque el milagro, habrá que entenderlo de una buena vez, ahí está, camina por el campo de juego, aplaude a sus jugadores, se abraza con Nacho Fernández, lo consuela. El milagro habla en conferencia de prensa, voz quebrada, dice que estos momentos dignifican la profesión. Y le desea suerte al rival. No pide. No reclama. No hace lo que el mundo fútbol acostumbra a hacer. Como en Tucumán, cuando los árbitros lo perjudicaron, no se queja. Destaca a sus jugadores. Y muestra orgullo, resume en apenas dos, tres minutos de conferencia, lo que es este ciclo. Hubo milagro. River lo conoció hace poco más de seis años. Y cambió todo. Así son, ¿no? Los milagros. Hizo de River un club copero, de grandes gestas, respetado, temido, en toda Sudamérica. Porque no lo dudemos: en el Allianz Parque se vio otro milagro. Un milagro que no estará en la tapa de los diarios luego de la final del 30 de enero. No importa: ¿cuántas veces viste un milagro en la tapa de los diarios?

F: Olé 

10%
Satisfacción
0%
Esperanza
40%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
50%
Indiferencia

Comentarios