Cristina reclama mayor respaldo dentro del peronismo y afortunadamente la Justicia actúa con justicia

El magistrado Alejandro Slokar...
sábado, 14 de junio de 2025 · 09:01

El magistrado Alejandro Slokar, una figura central en Justicia Legítima, lanzó una revelación sorprendente que, según él, se le había pasado por alto a todos: que el fallo clave de la Corte Suprema que ratificó la sentencia por corrupción contra Cristina Kirchner era en realidad una exigencia del FMI. Una afirmación que remite a otra insólita: la del Padre Pepe, quien también había señalado al Fondo como responsable del impulso al aborto. Pero, si uno quiere mirar el lado positivo, podríamos decir que aunque no logremos las metas de reservas impuestas por el organismo, al menos en algo estamos cumpliendo con sus demandas.

La investigación por el caso Vialidad arrastraba casi dos décadas. Comenzó cuando Elisa Carrió presentó una denuncia en 2008, en el primer mandato de Cristina. Pasó un largo período inactiva hasta que en 2016 tomó impulso: Javier Iguacel, designado por Macri al frente de Vialidad Nacional, aportó documentos que mostraban los sobreprecios que, supuestamente, el entonces ministro De Vido autorizaba en favor de Austral Construcciones, propiedad de Lázaro Báez. Cristina sostiene que fue víctima de una conspiración, pero ese discurso de persecución ya es un recurso tan gastado como antiguo.

Lo que importa son los hechos. Lázaro Báez, protagonista central, dejó de ser empleado de banco para convertirse en empresario millonario, favorecido por su cercanía con los Kirchner. Era parte del círculo íntimo y eso le abrió las puertas a contratos millonarios. Si hay una imagen que compite con la de José López arrojando bolsos con dinero por los aires, es la de los hijos de Báez contando dólares en "La Rosadita", una financiera cuyo nombre no podría haber sido más sugestivo.

La pregunta inevitable es: ¿cuánta de esa fortuna era realmente suya? Báez no operaba por cuenta propia. Para Néstor Kirchner, poder y riqueza iban de la mano. El escándalo conocido como Lázarogate es uno más en una extensa lista de casos de corrupción, que incluye desde los subsidios cobrados por Ricardo Jaime —ex secretario de Transporte durante siete años— hasta la polémica estatización de YPF, el emblema energético nacional. Jaime, parte del primer círculo K en Santa Cruz, tuvo un enriquecimiento exponencial. Embraer, la firma brasileña a la que se le compraron 20 aviones, admitió haber pagado coimas. Los correos de Manuel Vázquez, su hombre de confianza, revelaron que recibieron un millón de dólares para autorizar a una aerolínea a operar.

No se puede omitir el caso Ciccone, con Amado Boudou a la cabeza; ni el famoso maletín con 800.000 dólares que trajo Antonini Wilson desde Venezuela, supuestamente cargado de “libros”. Tampoco la “embajada paralela” que montaron De Vido y Uberti en Caracas, ni los manejos turbios con la importación de combustibles. La corrupción se transformó en el lazo que unió al kirchnerismo con el chavismo. Sumemos Odebrecht, los sobornos confesados en el caso Skanska, las contrataciones a través de universidades del Conurbano para evitar controles legales, y la lista sigue: José López y sus obras públicas, Cameron en Energía, Schiavi en los trenes.

Y cómo olvidar la expropiación de YPF —la más cara del mundo—, el juicio que Argentina ya perdió por 16 mil millones en Nueva York, los casinos de Cristóbal López, o Ernesto Gutiérrez, apodado “Esnéstor” por su cercanía con Néstor Kirchner, quien terminó metido en negocios de aeropuertos y cervecerías. El caso Vialidad no es una excepción, sino una muestra del patrón. Cada quien puede acomodar estos nombres como prefiera, incluso elegir no mirar. Pero nadie con criterio puede afirmar que todo esto fue por una causa política o revolucionaria. Fue, lisa y llanamente, para hacer dinero. Y en cantidades obscenas.

Una mención final para completar esta galería: los bolsos de José López fueron impactantes, sí, pero al lado de los de Daniel Muñoz parecían un juego de niños. Muñoz, íntimo y secretario personal de los Kirchner, tenía bolsos diseñados para cargar montos precisos en euros, sin necesidad de contar billetes. En 2003, su única propiedad registrada era un Volkswagen Gol. Murió en 2016, y luego se descubrió que poseía bienes en Miami por más de 40 millones de dólares, además de un departamento en Nueva York valuado en 13 millones. Si algún día se inaugura una escuela de corrupción, ya tiene nombre asegurado.

¿Y cuál es la defensa de Cristina? Cuando no se puede aparentar honestidad, se invoca el "lawfare", esa figura ambigua que plantea una Justicia manejada por poderes económicos y mediáticos con fines persecutorios. Pero todos sabemos lo que en realidad se busca con esa narrativa: presionar a jueces y fiscales para que no avancen en las causas, mientras algunos, como la Corte, siguen demostrando que vale la pena resistir esas presiones.

Esta semana, La Cámpora intentó recrear un "17 de Octubre" para Cristina, pero fracasó. No hubo adhesión gremial ni universitaria más allá de su núcleo duro. Cristina apareció prácticamente sola, con su hijo, su cuñada y algunos pocos piqueteros. Hubo expresiones de apoyo que, como siempre, son fáciles de dar: decir "sí" no cuesta nada. Pero lo realmente preocupante fue el uso de la violencia, como ocurrió frente a Canal 13 y TN. No es un camino nuevo, y ya sabemos cómo termina. En tiempos como estos, cada uno en su lugar debe asumir su rol. Porque con la violencia no se juega. Y en este tema, no hay grises posibles.

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