Sequía del río Colorado: la historia del guardavida que se quedó sin lago

Nada ni nadie...
lunes, 13 de septiembre de 2021 · 09:18

Nada ni nadie detiene a Claudio Ramírez: ni el lago que era un mar cuando llegó a Casa de Piedra ni los vientos de arena que bajan del desierto en forma de remolinos endiablados.

Vino aquí en 2008, cuando el desarrollo turístico de la villa atraía a pampeanos y valletanos que buscaban empleo o un terreno para invertir.

El escenario propicio cambió en pocos años. Y los responsables fueron el clima y la administración del agua, en una disputa que enfrenta a La Pampa con Mendoza.

Crisis hídrica

1.240 hm3

el volumen anual del caudal del río Colorado, que nace en la cordillera. Su promedio histórico es de 4.630 hm3.

La sequía continua durante 13 años en la cuenca del río Colorado terminó con el oficio de guardavidas de Ramírez. Trabajó durante cinco temporadas de verano seguidas, sin francos ni relevo. Hasta que el lago se achicó mal, las aguas se alejaron de la costa urbana y dejaron un inmenso arenal con yuyos.

Las nuevas condiciones le planteron un desafío: tratar de reinventarse para no dejar Casa de Piedra. Hasta aquí había llegado con su moto Zanella modelo 70 desde Caleufú, en el norte pampeano.

Claudio y el lago que se retiró de la villa, bien al fondo. Es el profesor de educación física de la escuela de Casa de Piedra y realiza diversas actividades vinculadas con el turismo y la defensa del medio ambiente. (Foto: Juan Thomes)

“Siempre me digo que alguien tiene que estar acá, en este pueblo fronterizo y lejano, en el límite entre La Pampa y Río Negro”, explica Claudio, como para autoconvencerse y quitarse mérito.

Agrega luego otras razones, que tienen que ver con su profesión de docente de Educación Física y músico, con tres discos editados. “Quedé enamorado del lugar apenas lo conocí. Me atraparon sus bardas, atardeceres y costas del lago. Y también el hecho de que todo estuviera por hacerse desde cero”.

Primero fue contratado como guardavidas en el parador de la playa.

Ojalá algún día podamos volver a ver el lago lleno de agua. Es la ilusión de todos en Casa de Piedra”

CLAUDIO RAMÍREZ

Recuerda al 2011 como el mejor año de la villa, ya que también dio muchos recitales los fines de semana y Casa de Piedra se llenaba de visitantes.

Hubo ocasiones en que le tocó estar abajo del escenario y hacer tareas de mozo. Considera que se defendió bien llevando la bandeja del mostrador a las mesas.

Cuando las aguas se fueron retirando - la cota del lago bajó 13 metros y su volumen cayó a más de la mitad de lo normal- Claudio empezó a poner energía en otras iniciativas.

Primero construyó a pulmón el sendero ecobarda, un paseo interpretativo para los turistas y contingentes. Allí se explica al visitante sobre la flora, fauna y suelo del lugar.

Cuando se terminó su actividad como bañero, Claudio se dedicó a construir el circuito de eco-bardas, que sirve para identificar la flora y fauna del lugar

“Trabajé durante 3 años prácticamente solo. El último tramo, un 10 por ciento, me ayudó la comuna con sus empleados. Instalamos toda la señalética y cartelería para que la interpretación sea bien precisa”, explicó Ramírez a Río Negro.

El último paso que le resta al sendero es la construcción del refugio ventisquero.

Ramírez trabajó además como encargado del albergue provincial del pueblo. Hizo el acompañamiento de los contingentes de unas 200 escuelas pampeanas que recorrieron el embalse y el río.

Otra de sus actividades son las travesías en botes por el río Colorado y el trekking de 15 kilómetros por el cerrito Figueroa, en la costa sur del lago.

Curiosidad por el lugar

Su fuerte vínculo con el ambiente en medio de la soledad le permitieron profundizar sus estudios sobre los recursos naturales en Casa de Piedra. “Aquí hay una diversidad increíble de flora y fauna”, dice con entusiasmo.

Por estos días se lo puede ver trabajando en su nuevo desafío: está armado un circuito de mountain bike. Apunta a terminarlo para una competencia regional que se disputará en noviembre.

El embalse de Casa de Piedra es como una inmensa palangana para almacenar el agua. Abastece ciudades rionegrinas, pampeanas y la producción del sur bonaerense. En tiempos de crisis hídrica, la prioridad es el consumo y el riego. El turismo tendrá que esperar. (Foto: Juan Thomes)

Al ser interrogado sobre su adaptación al lugar, Claudio entiende que tiene que ver con “disfrutar y amar el paisaje primero; para luego darlo a conocer al resto”.

Claro que también ha tenido sus días en que tuvo ganas de abandonar todo e irse. Pero entonces es cuando piensa en su trabajo en la escuela, en los 40 chicos que cursan primaria y secundario y lo necesitan.

“La gente en Casa de Piedra es muy buena. Seremos unos 250 habitantes y nos conocemos todos. Eso ayuda a que uno siga apostando por el lugar. Y la esperanza siempre renace. Fíjense que ya están arreglando las nuevas playas en el río, aguas debajo de la represa”, explica a este diario.

Su gran ilusión es que “ojalá algún día todos podamos ver de nuevo el lago lleno”. El “mar pampeano”, como él lo llama cuando empuña la guitarra.

El músico que canta desde lejos

Solitario y solidario

“Mi vida acá es bastante solitaria pero no por eso deja de ser hermosa”, señala Claudio Ramírez. Todos lo meses viaja para visitar a su hijo y a su madre en Caleufú.

Claudio en el sendero interpretativo que construyó.

“Aquí se le da una mano al viajero que lo necesite”, dice.

Eso es lo que hace siempre que puede: ayudar a los que se acercan a pasear los fines de semana y sufren un percance.

“He secado a muchos que se encajan en la arena. Los ayudo con los problemas mecánicos y di albergue a un montón de gente cuando no pueden regresar de inmediato”.

7%
Satisfacción
14%
Esperanza
7%
Bronca
42%
Tristeza
14%
Incertidumbre
14%
Indiferencia

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